miércoles, 31 de julio de 2013

Yo estuve allí I : Nueva York abril 2008



No sé por donde empezar ni qué contar hoy, quizás tocaría seguir hablando del proceso de mi discapacidad, la adolescencia o continuar hablando de los estudios, pero por no caer en una dinámica negativa o repetitiva creo que voy a ir intercalando temas. Hoy empezaré la sección de “yo estuve alli”.

Vista desde el Empire State

Nueva York, abril 2008
Un vecino de Blog Raúl Martinez, en su post http://masvalidos.blogspot.com.es/2013/04/turismo-y-discapacidad-si-quieres-puedes.html nos cuenta como funciona más o menos un vuelo para personas con discpacidad usuarias de silla de ruedas.

A Nueva York fui en abril de 2008 con mi prima Fátima, mi compañera en la mayoría de los viajes que he realizado. Fue un viaje muy deseado, estudiado y preparado. Era la segunda vez que “cruzaba el charco”; en mi anterior viaje de esas características, a Cuba, lo pasé bastante mal, por no poder dormir en el avión y por lo incómodo de estar tantas horas en la misma postura. En ambos viajes recomendado por mi médico de cabecera me pinché (en la tripa, yo mismo me lo hacia) heparina, para evitar posibles trombos y sustos innecesarios al estar tantas horas en la misma posición en un asiento relativamente estrecho. Hay que inyectarse el día anterior, el día del viaje y el posterior, y de la misma manera a la vuelta.

Magnifica ubicación para el partido de la NBA




Times Square











Fuimos única y exclusivamente a Nueva York durante una semana, fui con silla manual (mi prima se llevó una buena dosis de cansancio al ayudarme a realizar grandes caminatas día tras día), nos alojamos en el hotel New York Helmsley, en la calle 42, al lado de la ONU, hotel recomendado por una amiga con discapacidad que ya había estado allí.

ONU 
No me quiero alargar mucho explicando cosas de Nueva York porque de la gran ciudad esta todo dicho. Del viaje lo que más recuerdo, es el agotamiento, nos acostábamos muy pronto todos los días y caíamos rendidos del cansancio acumulado; madrugábamos mucho, eso si, aprovechando cada minuto. El viaje fue maravilloso, no encontramos ningún problema ni tuvimos ninguna incidencia respecto a la discapacidad. Todo lo contrario: parece una ciudad muy mentalizada, aseos adaptados en la mayoría de establecimientos, mostradores bajos, transporte público (metro y bus urbano) acondicionados, preferencia a la hora de acceder a museos o miradores ( el TOR o el Empire) sin hacer colas, fuimos a dos musicales en Broadway y a un partido de la NBA donde había localidades muy buenas reservadas para sillas de ruedas al precio más bajo. Es curioso que te llame la atención sentirte bien tratado, cuando es lo que debería ser.

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